Sencillez en la tormenta
Por Luisa Ballentine
Se podría decir que las sombras, la complicidad, el silencio y la locura, son algunos de los mejores elementos para describir y caracterizar el yugo de la dictadura chilena, y quizás de cualquier otra. Justamente todos ellos conforman el discurso que el fallecido Jorge Díaz presenta en “Pájaros en la tormenta”, a cargo de la Compañía de Teatro El Lunar.
Como parte de una trilogía que indaga en la memoria, esta primera entrega está marcada por las ausencias y los ribetes de esquizofrenia que alcanza el personaje masculino (Andrés García) al intentar descifrar su identidad, el origen de sus recuerdos y su rol esencial a lo largo de la obra: ¿víctima o victimario? En este “monólogo” sólidamente interpretado por él, colabora también una sombra que no proviene de los efectos de iluminación (sinfónicamente utilizados, por cierto), y que la constituye el mutismo de la calva y casi inmóvil mujer (Rocío Terroba). Ambas actuaciones sostienen el argumento apoyadas en la música que a ratos es un personaje más.
Conmovedor es especialmente el diálogo hacia el vacío que sostiene el hombre en brazos de la mujer, un momento en donde se revela la clave de la puesta en escena: la sencillez. Con un texto arrojado a la desesperación, ideal para cometer el error de optar por las grandes escenografías y el abuso de la expresión, el director Pablo Krögh (nominado a mejor actor en los Altazor 2007), decide situar a los personajes en la claustrofobia de un cuadrado pequeño, y dejarlos a su suerte casi sin espacio. No hay grandilocuencia de movimientos y la expresión logra robarse cada diálogo y no-diálogo, para conseguir emociones que los escenarios apoteósicos suelen negar al espectador.
Este primer rescate de la memoria de Jorge Díaz termina por cautivar con la sencillez de la puesta en escena, que se compenetra con la austeridad de los diálogos. La misma fuerza expresada en el monólogo de García, se encuentra en aquello que el espectador debe descubrir por sí mismo, construyendo a la perfección la metáfora de la dictadura: las sombras, la complicidad, el silencio y la locura; en el secreto de un pequeño sitio.
Se podría decir que las sombras, la complicidad, el silencio y la locura, son algunos de los mejores elementos para describir y caracterizar el yugo de la dictadura chilena, y quizás de cualquier otra. Justamente todos ellos conforman el discurso que el fallecido Jorge Díaz presenta en “Pájaros en la tormenta”, a cargo de la Compañía de Teatro El Lunar.
Como parte de una trilogía que indaga en la memoria, esta primera entrega está marcada por las ausencias y los ribetes de esquizofrenia que alcanza el personaje masculino (Andrés García) al intentar descifrar su identidad, el origen de sus recuerdos y su rol esencial a lo largo de la obra: ¿víctima o victimario? En este “monólogo” sólidamente interpretado por él, colabora también una sombra que no proviene de los efectos de iluminación (sinfónicamente utilizados, por cierto), y que la constituye el mutismo de la calva y casi inmóvil mujer (Rocío Terroba). Ambas actuaciones sostienen el argumento apoyadas en la música que a ratos es un personaje más.
Conmovedor es especialmente el diálogo hacia el vacío que sostiene el hombre en brazos de la mujer, un momento en donde se revela la clave de la puesta en escena: la sencillez. Con un texto arrojado a la desesperación, ideal para cometer el error de optar por las grandes escenografías y el abuso de la expresión, el director Pablo Krögh (nominado a mejor actor en los Altazor 2007), decide situar a los personajes en la claustrofobia de un cuadrado pequeño, y dejarlos a su suerte casi sin espacio. No hay grandilocuencia de movimientos y la expresión logra robarse cada diálogo y no-diálogo, para conseguir emociones que los escenarios apoteósicos suelen negar al espectador.
Este primer rescate de la memoria de Jorge Díaz termina por cautivar con la sencillez de la puesta en escena, que se compenetra con la austeridad de los diálogos. La misma fuerza expresada en el monólogo de García, se encuentra en aquello que el espectador debe descubrir por sí mismo, construyendo a la perfección la metáfora de la dictadura: las sombras, la complicidad, el silencio y la locura; en el secreto de un pequeño sitio.
“Pájaros en la tormenta” de Jorge Díaz
Dirección: Pablo Krögh
Elenco: Andrés García y Rocío Terroba
Funciones: jueves, viernes y sábado a las 20:30 hrs, domingo 19:00 hrs., hasta el 15 de abril
Sala Sidarte, Ernesto Pinto Lagarrigue 131. Barrio Bellavista
Entradas: $4000 general.
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