Esto es algo diferente a todo lo que haya mostrado el teatro emergente en el último tiempo. Se trata de una investigación y apuesta de Paula González que, bajo el nombre de Ñi pu Tremen, nos adentra en un pedazo de la realidad de siete mujeres mapuches que comparten algunas de sus historias con el público.
Acompañadas de tres jóvenes que danzan y encarnan la figura ancestral a través de sus trajes tradicionales, las madres y abuelas sobre el escenario hablan de amor, trabajo y de los recuerdos de su infancia en el campo.
Es imposible sacarse de la cabeza el testimonio de una de ellas cuando narra su niñez como cuidadora de los chanchos de su casa familiar junto a su hermana. Su simpatía es cautivadora, su voz envolvente, casi parece que uno corriera a su lado montando a la chancha a las orillas del río. Una actriz innata podríamos decir.
No sabemos con certeza cuánto hay de texto aprendido, pero sí que esto es tan real como es posible al trasladar a estas mujeres a un escenario. Incluso si hay líneas memorizadas, cada función tiene sus almas y su particular modo de narrar desde el corazón lo que ha significado nacer en esta tierra.
Ñi pu Tremen es un trabajo de gran belleza, no sólo por sus protagonistas sino también por el uso de recursos. La iluminación tiñe de colores algunos momentos, mientras la música extrae los sonidos propios de la cultura mapuche, aquellos que provienen de cavidades profundas y que evocan a la naturaleza entera con sus cauces fluyendo.
Un trabajo que podemos ver en muy pocas ocasiones, que acerca una experiencia de vida y que no construye una apología sobre nuestros ancestros, sino que los presenta como seres cercanos, madres, abuelas, hijas, al lado de nosotros, con nosotros, por nosotros, mujeres fuertes con pasados que quitan el aliento y al mismo tiempo las sitúan en un plano más accesible. Ello permite conmoverse con actos tan cotidianos como tomar la once, compartir un mate o contar nuevamente aquel relato sobre cómo conocieron a sus maridos, que es un eje articulador sobre el que se construye su tránsito por esta tierra.
¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.
Acompañadas de tres jóvenes que danzan y encarnan la figura ancestral a través de sus trajes tradicionales, las madres y abuelas sobre el escenario hablan de amor, trabajo y de los recuerdos de su infancia en el campo.
Es imposible sacarse de la cabeza el testimonio de una de ellas cuando narra su niñez como cuidadora de los chanchos de su casa familiar junto a su hermana. Su simpatía es cautivadora, su voz envolvente, casi parece que uno corriera a su lado montando a la chancha a las orillas del río. Una actriz innata podríamos decir.
No sabemos con certeza cuánto hay de texto aprendido, pero sí que esto es tan real como es posible al trasladar a estas mujeres a un escenario. Incluso si hay líneas memorizadas, cada función tiene sus almas y su particular modo de narrar desde el corazón lo que ha significado nacer en esta tierra.
Ñi pu Tremen es un trabajo de gran belleza, no sólo por sus protagonistas sino también por el uso de recursos. La iluminación tiñe de colores algunos momentos, mientras la música extrae los sonidos propios de la cultura mapuche, aquellos que provienen de cavidades profundas y que evocan a la naturaleza entera con sus cauces fluyendo.
Un trabajo que podemos ver en muy pocas ocasiones, que acerca una experiencia de vida y que no construye una apología sobre nuestros ancestros, sino que los presenta como seres cercanos, madres, abuelas, hijas, al lado de nosotros, con nosotros, por nosotros, mujeres fuertes con pasados que quitan el aliento y al mismo tiempo las sitúan en un plano más accesible. Ello permite conmoverse con actos tan cotidianos como tomar la once, compartir un mate o contar nuevamente aquel relato sobre cómo conocieron a sus maridos, que es un eje articulador sobre el que se construye su tránsito por esta tierra.
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