martes, 10 de noviembre de 2009

Canción para caminar sobre las aguas

Por Luisa Ballentine

Seguramente Hernán Rivera Letelier ha de estar orgulloso del trabajo que la compañía La Concepción realizó con su pieza Canción para caminar sobre las aguas. Es un montaje que posee la energía de la juventud, sus excesos, su compromiso a ultranza con aquello en que se cree… su inmortalidad.

Aunque refleja un momento político, la pieza habla de algo más grande y más profundo: la amistad y el viaje. Aquéllos que se encuentran en el camino y se van juntando para construir algo más grande que ellos mismos y que, de igual manera, son otros totalmente alejados de lo que eran cuando la historia comenzó.

Es el tránsito del ser humano. Siempre mutando y siempre buscando esas almas que se le parecen y que tienen las ganas de andar los mismos caminos.

Los tres personajes son bastante particulares y tienen su personalidad marcada y definida. Desde la mujer sexy que encarna a la tentación, pasando por el poeta con cara de Jesús y el hombre que se deja envolver por los encantos de Jerónima Monroe.

Canción para caminar sobre las aguas es una metáfora sobre actos heroicos, como lo sería el poner los pies en un río sin hundirse. El milagro de recorrer un país, de creer en la amistad y en esos lazos invisibles que se perpetúan mientras todos vivan la misma filosofía. Es también caer en el charco ante la realidad de un país que sucumbe bajo las armas y la ambición de poder. La pérdida de la confianza, el aturdimiento por no entender los caminos de los otros.

Es un trabajo lleno de poesía, de humor, de cercanía con la audiencia. Una bella adaptación que encarna una novela sobre las tablas y toma lo mejor de las letras para hacerlas espectáculo en un escenario.

¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.

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