Diciembre es un deleite para el espectador. Una obra espectacularmente escrita y llevada a escena como pocas, con un elenco que se nota afiatado y compenetrado en un trabajo al que le sobran méritos para ser uno de los mejores estrenos de los últimos años.
Es una historia oscura situada en un futuro no muy lejano, donde un hombre ha regresado de la guerra para cenar con sus dos hermanas en la noche de navidad. Los personajes tienen los nombres de los actores, acaso queriendo demostrar que la línea que separa la realidad de la ficción no sólo es siniestramente fina, sino a veces casi inexistente.
La escenografía sólo posee lo básico de una cena: la mesa. El resto lo hacen las luces de árbol de pascua que caen sobre los hombros e ilustran el quiebre de lo que queda en una familia que intenta llegar a acuerdos en percepciones de vida que se han perdido hace tiempo ya.
Es un diciembre desesperanzado, con un Chile en guerra en todos los frentes posibles y la división que experimentamos actualmente llevada al paroxismo del racismo y de la supremacía militar. Allí donde los hombres van a morir, este hermano ha encontrado, paradójicamente, un escape de libertad para ser él mismo. En aquella ciudad donde las mujeres cargan hijos de padres desconocidos, los parientes cercanos son lo único parecido a la sociedad que habitamos ahora… a pesar de que nada ha cambiado mucho en aquella realidad.
Diciembre es un trabajo pulido en su concepción artística y estética. Tiene un discurso claro y pone de manifiesto la dirección hacia la que se encamina un país que pregona una superioridad irrisoria.
La compañía En el blanco demuestra todo su talento sobre el escenario y sigue encumbrándose en el camino de las artes escénicas nacionales como un colectivo-referente al que no se le debe perder el paso. Diciembre es un montaje simbólico, y al mismo tiempo cercano a cualquier tipo de espectador, que hay que ver y recomendar.
¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.
Es una historia oscura situada en un futuro no muy lejano, donde un hombre ha regresado de la guerra para cenar con sus dos hermanas en la noche de navidad. Los personajes tienen los nombres de los actores, acaso queriendo demostrar que la línea que separa la realidad de la ficción no sólo es siniestramente fina, sino a veces casi inexistente.
La escenografía sólo posee lo básico de una cena: la mesa. El resto lo hacen las luces de árbol de pascua que caen sobre los hombros e ilustran el quiebre de lo que queda en una familia que intenta llegar a acuerdos en percepciones de vida que se han perdido hace tiempo ya.
Es un diciembre desesperanzado, con un Chile en guerra en todos los frentes posibles y la división que experimentamos actualmente llevada al paroxismo del racismo y de la supremacía militar. Allí donde los hombres van a morir, este hermano ha encontrado, paradójicamente, un escape de libertad para ser él mismo. En aquella ciudad donde las mujeres cargan hijos de padres desconocidos, los parientes cercanos son lo único parecido a la sociedad que habitamos ahora… a pesar de que nada ha cambiado mucho en aquella realidad.
Diciembre es un trabajo pulido en su concepción artística y estética. Tiene un discurso claro y pone de manifiesto la dirección hacia la que se encamina un país que pregona una superioridad irrisoria.
La compañía En el blanco demuestra todo su talento sobre el escenario y sigue encumbrándose en el camino de las artes escénicas nacionales como un colectivo-referente al que no se le debe perder el paso. Diciembre es un montaje simbólico, y al mismo tiempo cercano a cualquier tipo de espectador, que hay que ver y recomendar.
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