Por Luisa Ballentine
Desde el primer instante, esta pieza representante de la danza-teatro, impacta al espectador y lo quita de sus “zonas seguras” haciéndolo transitar por el recuerdo y el dolor de la memoria, por esa deuda eterna de Chile con todos quienes sufrieron por la dictadura.
Cuerpo quebrado es más que un discurso contra la política de la represión militar, pues se centra en los horrores vividos por tres mujeres que encarnan a todas aquellas embarazadas que perdieron la vida o desaparecieron, perdiendo con ello a sus hijos en gestación.
Las únicas voces que se escuchan durante el montaje, son las de niños que claman por sus madres. En escena, tres cuerpos femeninos se quiebran constantemente mientras la figura masculina del hijo ausente y partícipe del dolor, se resquebraja con cada una de las vibraciones maternas bajo los efectos de los choques eléctricos o los golpes.
Gracias a la utilización de los recursos audiovisuales es posible situarse en distintos momentos por los que transita la obra, yendo desde la ceguera hasta la muerte en medio del mar.
Protagonistas importantes de Cuerpo quebrado, son las iluminación y el sonido. En un trabajo impecable, se observa un aporte importante de ambos elementos a la construcción de la emoción necesaria para dar cuenta de la pérdida de lo humano en tiempos dictatoriales. Lo mismo el vestuario, que interpreta la historia escrita y también lo que no se alcanzó a plasmar en la vida de estas tres mujeres.
No hay un relato convencional, no hay diálogos, y la danza no es meramente coreográfica. En esta disciplina se funde la capacidad del cuerpo de contar lo que le es propio a través de los movimientos y los gestos, sin la necesidad de utilizar la palabra hablada, pero sin duda transmitiendo un raudal de emociones que no dejarán a nadie indiferente.
Cuerpo quebrado vale la pena por esa cantidad de información que fluye a través de los ojos y oídos del espectador, y porque se trata del trabajo de un colectivo emergente que ha construido un trabajo notable marcado por el dolor y la tragedia, pero convertido en belleza sobre las tablas.
Consulta la cartelera teatral en www.soloteatro.cl
Desde el primer instante, esta pieza representante de la danza-teatro, impacta al espectador y lo quita de sus “zonas seguras” haciéndolo transitar por el recuerdo y el dolor de la memoria, por esa deuda eterna de Chile con todos quienes sufrieron por la dictadura.
Cuerpo quebrado es más que un discurso contra la política de la represión militar, pues se centra en los horrores vividos por tres mujeres que encarnan a todas aquellas embarazadas que perdieron la vida o desaparecieron, perdiendo con ello a sus hijos en gestación.
Las únicas voces que se escuchan durante el montaje, son las de niños que claman por sus madres. En escena, tres cuerpos femeninos se quiebran constantemente mientras la figura masculina del hijo ausente y partícipe del dolor, se resquebraja con cada una de las vibraciones maternas bajo los efectos de los choques eléctricos o los golpes.
Gracias a la utilización de los recursos audiovisuales es posible situarse en distintos momentos por los que transita la obra, yendo desde la ceguera hasta la muerte en medio del mar.
Protagonistas importantes de Cuerpo quebrado, son las iluminación y el sonido. En un trabajo impecable, se observa un aporte importante de ambos elementos a la construcción de la emoción necesaria para dar cuenta de la pérdida de lo humano en tiempos dictatoriales. Lo mismo el vestuario, que interpreta la historia escrita y también lo que no se alcanzó a plasmar en la vida de estas tres mujeres.
No hay un relato convencional, no hay diálogos, y la danza no es meramente coreográfica. En esta disciplina se funde la capacidad del cuerpo de contar lo que le es propio a través de los movimientos y los gestos, sin la necesidad de utilizar la palabra hablada, pero sin duda transmitiendo un raudal de emociones que no dejarán a nadie indiferente.
Cuerpo quebrado vale la pena por esa cantidad de información que fluye a través de los ojos y oídos del espectador, y porque se trata del trabajo de un colectivo emergente que ha construido un trabajo notable marcado por el dolor y la tragedia, pero convertido en belleza sobre las tablas.
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