Medusa es una obra basada en hechos reales que sitúa a tres mujeres, ex prisioneras de Villa Grimaldi, como colaboradoras de la dictadura a través del soplonaje de quienes habrían sido sus compañeros en la resistencia.
Viven en un pequeño departamento de las torres San Borja y el trato que tienen es claro: o las tres colaboran o ninguna; lo que deriva en un constante forcejeo mental por liberarse y convencerse entre sí de aquello que les conviene más: escapar o quedarse.
Estas tres mujeres, si bien tienen un pasado en común que es el que las ha unido hasta sus circunstancias actuales, han comenzado a tomar caminos distintos y es ahí cuando empieza a contarse su historia en las tablas. Ya no están tan seguras de que el acuerdo al que han llegado sea necesario, ya no temen con tanto fervor las consecuencias de sus acciones y se comportan al borde de lo permitido.
Sólo se tienen a sí mismas para contenerse, pero cada una en su universo tribulado y particular, alberga dudas y se siente insuficiente en la tarea de lidiar consigo mismo y con las demás.
La escenografía es sencilla, pero cumple el rol de situarnos en ese departamento que se traga la vida de las protagonistas. Las actuaciones son importantes, especialmente la de Nona Fernández como la capitana de este trío, que poco a poco pierde influencia y devela sus miedos innatos ante la pérdida inevitable del hijo que añora.
Medusa es una mirada a un episodio pequeño dentro de la historia de Chile, pero que está cargado de lo femenino en cuanto a lo que significa la lealtad, la maternidad, el abandono, la libertad, la vida entera.
Si esta obra tuviera a hombres como protagonistas, sería completamente diferente; por eso es valioso este acercamiento que nos invita a mirar por una ventana secreta el cómo podría haber sido la convivencia de las traidoras, humanizándolas y convenciéndonos de que la vida está hecha de matices y cualquiera puede caer en cualquier momento.
¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.
Viven en un pequeño departamento de las torres San Borja y el trato que tienen es claro: o las tres colaboran o ninguna; lo que deriva en un constante forcejeo mental por liberarse y convencerse entre sí de aquello que les conviene más: escapar o quedarse.
Estas tres mujeres, si bien tienen un pasado en común que es el que las ha unido hasta sus circunstancias actuales, han comenzado a tomar caminos distintos y es ahí cuando empieza a contarse su historia en las tablas. Ya no están tan seguras de que el acuerdo al que han llegado sea necesario, ya no temen con tanto fervor las consecuencias de sus acciones y se comportan al borde de lo permitido.
Sólo se tienen a sí mismas para contenerse, pero cada una en su universo tribulado y particular, alberga dudas y se siente insuficiente en la tarea de lidiar consigo mismo y con las demás.
La escenografía es sencilla, pero cumple el rol de situarnos en ese departamento que se traga la vida de las protagonistas. Las actuaciones son importantes, especialmente la de Nona Fernández como la capitana de este trío, que poco a poco pierde influencia y devela sus miedos innatos ante la pérdida inevitable del hijo que añora.
Medusa es una mirada a un episodio pequeño dentro de la historia de Chile, pero que está cargado de lo femenino en cuanto a lo que significa la lealtad, la maternidad, el abandono, la libertad, la vida entera.
Si esta obra tuviera a hombres como protagonistas, sería completamente diferente; por eso es valioso este acercamiento que nos invita a mirar por una ventana secreta el cómo podría haber sido la convivencia de las traidoras, humanizándolas y convenciéndonos de que la vida está hecha de matices y cualquiera puede caer en cualquier momento.
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