martes, 15 de abril de 2008

Mis tres hermanas

Por Luisa Ballentine

Lo primero que llama la atención al entrar en la sala de Lastarria 90, es la escenografía y la iluminación que cae sobre ella. Se trata de una cocina en perspectiva, donde se desarrollará el diálogo íntimo de tres hermanas que escapan de una fiesta para compartir sus miserias y alegrías de vida.

“Mis tres hermanas” hace referencia de la relación que una madre tuvo con sus hijas, y de cómo se sintió más cercana a ellas desde la hermandad. Ellas recurren a su figura incierta a lo largo de toda la obra, sin embargo se revelará su imagen recién hacia el final, en un giro que debería presentarse desde el comienzo del montaje, para dar mayor sentido a lo que ocurre en esta pequeña cocina.

Se trata de una compañía joven que pone en escena a tres mujeres representando claros estereotipos femeninos: la dueña de casa abnegada, la ejecutiva exitosa y la estudiante rebelde; todas ellas cruzadas por conflictos con los hombres y abandonadas a su suerte sin poder asimilarlo.

En medio de este clima de confesiones, recriminaciones y recuerdos, se cuela el inmejorable diseño, que exhibe una gran factura desde la escenografía hasta los vestuarios, logrando una coherencia estética que resalta la experiencia de quien observa con los ojos de espectador lo que ocurre en el escenario.

La música, si bien es un poco errática, permite identificar los momentos de transición en la obra; aunque aquí no existe un nudo central o un conflicto que desencadene las acciones. Todo ocurre porque ocurre, simplemente, y lo que pasa parece estar gatillado por las historias previas de cada personaje, aspecto donde es central la profundización y caracterización que se tenga al construir sus estructuras de personalidad.

Es un trabajo de gente joven que alcanza buenos momentos en diseño y visualidad, rescatando ese aspecto teatral que a veces se olvida, sobretodo cuando priman los espacios vacíos y la ausencia de elementos que apoyen una puesta en escena. Aquí hay una construcción física de un lugar que permite identificar y situar lo que ocurre en un contexto claro y darle sentido. Lo que pasa es reconocible y comprensible por cualquier espectador, siendo un aporte para aquellos que se han distanciado de los discursos crípticos y poco entendibles de los que algunas dramaturgias hacen gala. Bien por eso.

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