Por Luisa Ballentine
Hablar sobre la gordura es el único objetivo de la obra “Karen”, según señala su propio director, Juan Andrés Rivera, cuando hace su aparición en el escenario.
Y es que este montaje transgrede muchos códigos, entre ellos el que dice que el espectador no necesita explicaciones sobre lo que se quiso hacer; o la línea dramática tradicional que ordena tener un principio, un desarrollo y un desenlace.
Aquí no hay eso, y el recorrido comienza desde el momento en que entramos a la sala y nos enfrentamos con unas butacas... diferentes, por decirlo de algún modo, pues sobre algunos escalones hay parkas, chales y otras telas, que invitan a un banquete de papas fritas, dulces y trozos de pan.
Es entonces cuando nos percatamos de que comenzó la provocación de “Karen”, un montaje que arrasó con los premios del último festival de teatro Víctor Jara, ostentando el título a la mejor obra, mejor dirección y mejores actrices, entre otros.
Sandra Araneda y Catalina Osorio son las vencedoras, y ellas interpretan los roles de madre e hija, quienes tienen una relación de dependencia con la comida, en la que también está envuelta la hermana menor. Los conflictos se desatan, sin embargo, por la aparición de un tercero, el novio de Karen, quien terminará por dar vuelta la trama de esta historia y convertirá un montaje sobre la gordura, en un ensayo de un elenco teatral acerca de un documental que sí toca este tema, suena un poco confuso, pero es así.
A pesar de los muchos finales falsos, “Karen” cumple su misión de poner la obesidad sobre la mesa, proponiendo reflexiones como la baja de autoestima de las personas con sobrepeso o la influencia de la familia y los hábitos alimenticios en este desorden.
La propuesta escénica es muy valiosa y conjuga elementos audiovisuales, así como alusiones a la cultura popular, donde aparecen desde Britney Spears, hasta los chanchos que vemos disfrazados en los locales de comida rápida. Es por estos elementos que el montaje es especialmente cercano a los públicos más juveniles, que se sienten atraídos por un lenguaje ágil que cuenta una historia en menos de 60 minutos.
¿Qué elementos podrían mejorar y dar más valor a “Karen”? Sin duda pulir el texto y liberarlo de la carga informal que otorga al lenguaje, y ensayar con mayor precisión cada movimiento, para que así cuando comienza a desbaratarse la trama, se aprecie con intención y fluidez aquello que quiso manifestar el creador en este aparente delirio teatral.
“Karen, una obra sobre la gordura”
Escrita y dirigida por Juan Andrés Rivera
Elenco: Catalina Osorio, Sandra Araneda, Trinidad Infante, Cristóbal Lecaros, Juan Manuel Herrera, Diego Acuña, Victoria Álvarez y Felipe Olivares
Funciones de jueves a sábado a las 20:00 horas
Sala Sergio Aguirre del Teatro Nacional Chileno, Morandé 750, Santiago Centro
Entradas: $2.000 general, $1.500 estudiantes y tercera edad
Hablar sobre la gordura es el único objetivo de la obra “Karen”, según señala su propio director, Juan Andrés Rivera, cuando hace su aparición en el escenario.
Y es que este montaje transgrede muchos códigos, entre ellos el que dice que el espectador no necesita explicaciones sobre lo que se quiso hacer; o la línea dramática tradicional que ordena tener un principio, un desarrollo y un desenlace.
Aquí no hay eso, y el recorrido comienza desde el momento en que entramos a la sala y nos enfrentamos con unas butacas... diferentes, por decirlo de algún modo, pues sobre algunos escalones hay parkas, chales y otras telas, que invitan a un banquete de papas fritas, dulces y trozos de pan.
Es entonces cuando nos percatamos de que comenzó la provocación de “Karen”, un montaje que arrasó con los premios del último festival de teatro Víctor Jara, ostentando el título a la mejor obra, mejor dirección y mejores actrices, entre otros.
Sandra Araneda y Catalina Osorio son las vencedoras, y ellas interpretan los roles de madre e hija, quienes tienen una relación de dependencia con la comida, en la que también está envuelta la hermana menor. Los conflictos se desatan, sin embargo, por la aparición de un tercero, el novio de Karen, quien terminará por dar vuelta la trama de esta historia y convertirá un montaje sobre la gordura, en un ensayo de un elenco teatral acerca de un documental que sí toca este tema, suena un poco confuso, pero es así.
A pesar de los muchos finales falsos, “Karen” cumple su misión de poner la obesidad sobre la mesa, proponiendo reflexiones como la baja de autoestima de las personas con sobrepeso o la influencia de la familia y los hábitos alimenticios en este desorden.
La propuesta escénica es muy valiosa y conjuga elementos audiovisuales, así como alusiones a la cultura popular, donde aparecen desde Britney Spears, hasta los chanchos que vemos disfrazados en los locales de comida rápida. Es por estos elementos que el montaje es especialmente cercano a los públicos más juveniles, que se sienten atraídos por un lenguaje ágil que cuenta una historia en menos de 60 minutos.
¿Qué elementos podrían mejorar y dar más valor a “Karen”? Sin duda pulir el texto y liberarlo de la carga informal que otorga al lenguaje, y ensayar con mayor precisión cada movimiento, para que así cuando comienza a desbaratarse la trama, se aprecie con intención y fluidez aquello que quiso manifestar el creador en este aparente delirio teatral.
“Karen, una obra sobre la gordura”
Escrita y dirigida por Juan Andrés Rivera
Elenco: Catalina Osorio, Sandra Araneda, Trinidad Infante, Cristóbal Lecaros, Juan Manuel Herrera, Diego Acuña, Victoria Álvarez y Felipe Olivares
Funciones de jueves a sábado a las 20:00 horas
Sala Sergio Aguirre del Teatro Nacional Chileno, Morandé 750, Santiago Centro
Entradas: $2.000 general, $1.500 estudiantes y tercera edad
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