Por Luisa Ballentine
El tema de la justicia es el escogido por la compañía Merry Melodies para dar vida a su nuevo montaje, una pieza con autoría y dirección de María José Galleguillos que pone en escena las traiciones de dos parejas marcadas por la invocación de las leyes y las cosas no dichas.
El elenco compuesto por Nicolás Fontaine, Andrea Franco, Larissa Contreras y Carlos Díaz, recrea los estereotipos de abogados unidos por el personaje de Verónica, hermana, esposa y cuñada de todos ellos, ajena al mundo del derecho. Es justamente ella quien desata las acciones, tras separarse de su marido y sembrar, en Connie, el deseo de vengarse legalmente del hombre que hace sufrir a su familia, quitándole la mayor cantidad de bienes y dinero posible.
De todos ellos, el carácter mejor logrado es el que interpreta Fontaine, quien consigue construir a un hombre misterioso, ambivalente y poco resuelto, por cuya cabeza parecen pasar muchas más ideas de las que es capaz de dar a conocer, mostrando matices y contradicciones que lo humanizan. Lejos de la estridencia del resto de los rostros sobre el escenario, este personaje lleva a quien observa hacia su proceso de introspección y enajenación de lo que ocurre en lo que representa el living de la casa.
Paralelamente a la acción central, la historia se empalma con los detalles legales del caso Spiniak, incluyendo el escándalo del Juez Calvo de por medio y el rol de la prensa. No es tan claro el por qué de este recurso e incluso le resta universalidad al relato, por situarlo en un contexto extremadamente localista donde si no se estuvo informado en su momento, simplemente no hay conexión alguna con las referencias hechas.
La escenografía propone distintos usos para los elementos. Hay un sillón colgante que funciona como cama debajo del cual se aprecia una suerte de piscina que hacia el final de la obra permitirá vivir un gran momento visual. Asimismo se dispone de un bar y de un espacio que funciona indistintamente para localizar la cocina y el baño. Los colores apelan a la neutralidad con sólo algunos toques disonantes de rojo, mientras que la iluminación hace lo suyo enmarcando los distintos momentos emotivos.
El resultado final de Lo justo pone de manifiesto los estragos de la falta de comunicación y de las decisiones equivocadas del pasado. Se aprecia una búsqueda interpretativa que se va desarrollando hacia el final de la obra y una escritura interesante de la que se pueden rescatar muchos buenos aspectos.
¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.
El tema de la justicia es el escogido por la compañía Merry Melodies para dar vida a su nuevo montaje, una pieza con autoría y dirección de María José Galleguillos que pone en escena las traiciones de dos parejas marcadas por la invocación de las leyes y las cosas no dichas.
El elenco compuesto por Nicolás Fontaine, Andrea Franco, Larissa Contreras y Carlos Díaz, recrea los estereotipos de abogados unidos por el personaje de Verónica, hermana, esposa y cuñada de todos ellos, ajena al mundo del derecho. Es justamente ella quien desata las acciones, tras separarse de su marido y sembrar, en Connie, el deseo de vengarse legalmente del hombre que hace sufrir a su familia, quitándole la mayor cantidad de bienes y dinero posible.
De todos ellos, el carácter mejor logrado es el que interpreta Fontaine, quien consigue construir a un hombre misterioso, ambivalente y poco resuelto, por cuya cabeza parecen pasar muchas más ideas de las que es capaz de dar a conocer, mostrando matices y contradicciones que lo humanizan. Lejos de la estridencia del resto de los rostros sobre el escenario, este personaje lleva a quien observa hacia su proceso de introspección y enajenación de lo que ocurre en lo que representa el living de la casa.
Paralelamente a la acción central, la historia se empalma con los detalles legales del caso Spiniak, incluyendo el escándalo del Juez Calvo de por medio y el rol de la prensa. No es tan claro el por qué de este recurso e incluso le resta universalidad al relato, por situarlo en un contexto extremadamente localista donde si no se estuvo informado en su momento, simplemente no hay conexión alguna con las referencias hechas.
La escenografía propone distintos usos para los elementos. Hay un sillón colgante que funciona como cama debajo del cual se aprecia una suerte de piscina que hacia el final de la obra permitirá vivir un gran momento visual. Asimismo se dispone de un bar y de un espacio que funciona indistintamente para localizar la cocina y el baño. Los colores apelan a la neutralidad con sólo algunos toques disonantes de rojo, mientras que la iluminación hace lo suyo enmarcando los distintos momentos emotivos.
El resultado final de Lo justo pone de manifiesto los estragos de la falta de comunicación y de las decisiones equivocadas del pasado. Se aprecia una búsqueda interpretativa que se va desarrollando hacia el final de la obra y una escritura interesante de la que se pueden rescatar muchos buenos aspectos.
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