“Decir sí” es un crudo relato de las relaciones de poder que impacta por la sumisión que expresa uno de los personajes. Partamos por el comienzo: un peluquero está en su puesto de trabajo a la espera de un cliente. Cuando éste llega, sorpresivamente, se encuentra con una extraña frialdad que lo impulsa a ponerse al servicio de su interlocutor.
Lo interesante de “Decir sí” es el rescate del poder escondido que actúa a nivel casi subconsciente, es decir, no es necesario que exista un tirano dando órdenes, a veces la simple interacción entre los individuos y el sistema, en la que sin duda ha influido el modelo educacional y social, hace que, espontáneamente, una persona decida rebajarse o degradarse porque es el camino que conoce y con el que se siente cómoda.
Hay un otro, impávido, que observa, goza y disfruta de ese poder que ejerce sin siquiera tomarse la molestia de imponerse. Es el autocontrol inculcado a las masas en todo su esplendor, que se manifiesta en formas siniestras de silencio y obediencia casi ridícula, casi estúpida.
Pablo Teillier y Ernesto Orellana son los protagonistas y encarnan estereotipos muy definidos. Sus actuaciones son tan precisas y exactas que dan miedo, especialmente la frialdad con la que el peluquero maquina en su cabeza algo que sólo podemos imaginar y ver hacia el final de la obra.
Esta pieza, de Griselda Gambaro, está situada originalmente en el contexto de la dictadura argentina. La compañía Teatro sur ubica esta versión en los tiempos contemporáneos, en una autodictadura que no necesita dictadores externos, porque cada uno lo es a su propia manera en su propio cuerpo.
Un trabajo muy interesante que podría prescindir de la explicación final o quizás darle un giro para incorporarla dentro de la historia y evitar la fragmentación tan brusca que se produce entre ambas partes. A pesar de ello, sus cuidados elementos y propuesta estética, aportan frescura a la cartelera teatral y nos muestra una vez más ese teatro emergente inteligente y transgresor que tanta falta nos hace.
¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.
Lo interesante de “Decir sí” es el rescate del poder escondido que actúa a nivel casi subconsciente, es decir, no es necesario que exista un tirano dando órdenes, a veces la simple interacción entre los individuos y el sistema, en la que sin duda ha influido el modelo educacional y social, hace que, espontáneamente, una persona decida rebajarse o degradarse porque es el camino que conoce y con el que se siente cómoda.
Hay un otro, impávido, que observa, goza y disfruta de ese poder que ejerce sin siquiera tomarse la molestia de imponerse. Es el autocontrol inculcado a las masas en todo su esplendor, que se manifiesta en formas siniestras de silencio y obediencia casi ridícula, casi estúpida.
Pablo Teillier y Ernesto Orellana son los protagonistas y encarnan estereotipos muy definidos. Sus actuaciones son tan precisas y exactas que dan miedo, especialmente la frialdad con la que el peluquero maquina en su cabeza algo que sólo podemos imaginar y ver hacia el final de la obra.
Esta pieza, de Griselda Gambaro, está situada originalmente en el contexto de la dictadura argentina. La compañía Teatro sur ubica esta versión en los tiempos contemporáneos, en una autodictadura que no necesita dictadores externos, porque cada uno lo es a su propia manera en su propio cuerpo.
Un trabajo muy interesante que podría prescindir de la explicación final o quizás darle un giro para incorporarla dentro de la historia y evitar la fragmentación tan brusca que se produce entre ambas partes. A pesar de ello, sus cuidados elementos y propuesta estética, aportan frescura a la cartelera teatral y nos muestra una vez más ese teatro emergente inteligente y transgresor que tanta falta nos hace.
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