viernes, 20 de noviembre de 2009

Galilei

Por Luisa Ballentine

No fue ni será el último personaje de la historia de la humanidad en retractarse, sin embargo, Galilei es un ícono no sólo por la proposición de ideas revolucionarias en su tiempo, sino también porque el desdecirse simboliza continuar luchando por aquellos preceptos y no abandonarlos a su suerte.

Es decir, el genio vale más vivo que muerto, y sus genialidades llegarán a nosotros sólo si sobrevive a su destino en vez de sucumbir a él. Y eso hizo Galileo Galilei, sobrevivió y, con él, su pensamiento.

Aliocha de la Sotta dirige esta singular propuesta que aborda la vida de Galileo. La actuación de Hugo Medina en el rol protagónico, aporta esa tribulación que, pensamos, invadió la vida de este personaje, que existió entre sus pensamientos, estudios y la necesidad de comunicar aquellas ideas a un mundo que no estaba preparado para conocerlas.

La escenografía es bastante curiosa. A ojos del observador puede representar una suerte de estrado, un cubil de enjuiciamiento, un reducto donde el acusado se desenvuelve ante la mirada de los otros que lo rodean y circulan cerca de él, pero lejos de sus planteamientos.

En ese sentido, se observa con mucha claridad la existencia de un espacio protegido donde Galilei se sintió libre para contemplar el cielo y formar a su discípulo; al mismo tiempo que fuera de él rondaban buitres ávidos por destripar su pensamiento.

Galilei es un montaje histórico y reflexivo que sitúa a este personaje en un círculo sin tiempo y pone de manifiesto sus contradicciones vitales. Una iluminación tenue, una proyección de la luna y una música que es más bien un ruido sordo en momentos de locura, dan sustento a una propuesta intimista que nos recuerda que ninguna verdad es sacra, que todo aquello en lo creemos hoy, podría ser desmentido mañana, incluso aunque prefiramos enviar a la muerte a quien se atreva a enarbolarlo.

¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.

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