lunes, 13 de octubre de 2008

La muerte de un vendedor

Por Luisa Ballentine

Ser vendedor es todo lo que tiene Willy en la vida. Ir de ciudad en ciudad ofreciendo productos y ganando las mejores recaudaciones, es lo que lo mantiene en pie y al mismo tiempo lo que derrumba cuando la edad irrumpe en la cotidianidad de este hombre de familia.

La muerte de un vendedor es una obra de Arthur Miller que el Teatro Nacional Chileno lleva a escena bajo la dirección de Raúl Osorio y con la actuación protagónica de Óscar Hernández. Es una mirada al temprano siglo XX que refleja no sólo aquella época sino también la actual. Una lucha conjunta por salir adelante de la mano del padre y sus dos hijos, quienes desean la tranquilidad económica y la independencia de un trabajo exitoso, pero que combaten contra sus anhelos personales de libertad.

La escenografía simula una casa y también permite crear otros espacios como oficinas y restaurantes, otorgando una versatilidad útil al momento de situar al espectador en los ambientes en que se mueve la familia. Junto a ellos hay una serie de personajes que, siendo secundarios, influyen de manera importante en el tránsito que se establece, especialmente entre la relación de Willy y su hijo Biff, quienes se enfrentan ante los hechos de sus vidas, donde conviven la traición, el suicidio y la vergüenza, matizados por el silencio.

El elenco es sólido y presenta personajes potentes a través de actuaciones bien logradas donde los jóvenes se lucen tanto como los más experimentados. Las luces acompañan el relato desquiciado de Willy haciéndolo transitar desde el presente al pasado con el sonido de fondo de una particular música que aparece cuando comienza el trance. Así se describe la historia de esta familia, desde los buenos tiempos hacia el final de la vida del vendedor que ve frustrados sus sueños y a sí mismo.

La muerte de un vendedor narra, tal como lo indica su nombre, el derrumbe de un ser humano, el momento último, la mezcla de sentimientos y melancolía que, llegado cierto momento, se hace irresistible y fatal. Es una crítica al modelo económico y a la sociedad que pone sobre los hombros de sus ciudadanos, el peso del estereotipo del éxito que señala qué es la felicidad y cómo se obtiene, poniendo como telón de fondo el color verde de los dólares y marcando un destino que lleva a todo lo contrario: soledad, angustia y pobreza espiritual.

¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.

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