martes, 24 de marzo de 2009

Chile Bi-200

Por Luisa Ballentine

Chile Bi-200 es la propuesta de Ramón Grifffero para conmemorar el bicentenario de nuestro país desde el punto de vista de las artes escénicas. Para ello, además de apelar al sentimiento patriota, recurre a la recreación de obras dramatúrgicas escritas entre 1810 y 1900.

Se trata de “Camila, la patriota de Sudamérica” de Camilo Henríquez, “La independencia de Chile” de José Antonio Torres, “La batalla de Tarapacá” de Carlos Segundo Lathrop y “La República de Jauja” de Juan Rafael Allende, las que se articulan a través de referencias claras hacia la independencia de América, luego la de Chile, la infaltable beligerancia que nos caracteriza cuando se trata de describir nuestra relación con Perú, y el modelo de corrupción política que nos quiere hacer creer que éste es un país donde reina la fiesta, cuando la realidad es que no se respeta la esencia del ser humano ni su verdad de existir.

Se exalta el valor guerrero al mismo tiempo que se critica la política que siguió los pasos de la independencia. Manuel Rodríguez y sus valientes apelan a los grandes nombres históricos que hoy nos llegan en forma de textos escolares con fotos de televisión.

Chile Bi-200 es una pequeña epopeya que pretende resumir en una hora y 45 minutos, la existencia de estas obras que, probablemente, no son de conocimiento masivo. De la mano de un joven elenco salido de la pantalla chica, se articulan historias que dan una mirada al Chile que siempre ha buscado una identidad propia. Y a pesar de que los fragmentos no permiten conocer de lleno las intenciones de cada autor, la puesta en escena logra dar cuenta de cuatro momentos que en principio son diferentes, pero que están llenos del mismo espíritu que impulsa a un pueblo a darlo todo o a resignarse después de siglos de batallas.

El vestuario pone de manifiesto el cruce entre el pasado y la actualidad. Los héroes de guerra rockeros que nos presenta el director, con sus chaquetas de cuero y sus poleras iluminadas, son eso: rock, juventud desatada y rebelde, juventud que conquistó en los comienzos del 1800, la libertad para ésta y otras naciones. Del mismo modo, la caracterización obrera sigue fielmente el imaginario colectivo de los grises, tonalidad uniforme que encasilla al mismo tiempo que borra cualquier noción de individualidad de los hombres y mujeres que trabajan en Chile... o en cualquier otra parte del mundo.

La historia es siempre compartida. Al inicio con los hermanos de las naciones americanas, sumergidos en la misma lucha por el destierro del español. Primero desde las raíces indígenas y luego desde las armas. Todo para derivar en otro modelo extranjero que se inserta, globalizado, como si fuera nacido desde las entrañas de cada pueblo.

Chile Bi-200 es esa mirada que muestra evolución y estancamiento. Que alaba el valor patriótico para luego preguntarse en dónde terminó esa historia y qué Chile es el Chile del bicentenario. Se rinde tributo a la dramaturgia de nuestros orígenes para terminar en la reflexión obligada: los temas de ayer y de hoy son los mismos; sólo cambia el escenario y las tecnologías.

¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tb fui a ver esta obra y me gustó ese detalle que rescatas, la representanción de la rebeldía. Y en particular la de Rodríguez. Sin embargo, quedé con gusto a poco, al final parecía encumbrarse hacia un buen montaje, pero solo fue porque me hizo reír. Además de que a veces todo se ridiculizaba un poco. Ya sé lo que no me gustó, esa combianción, de ensalsar el heroismo patriota, pero a la vez ridiculizar el valor de la guerra. No pegaban según yo.
Suerte.


cintia figueroa