domingo, 20 de enero de 2008

Di cosas, cosas bien

Por Luisa Ballentine

Pocas veces un colectivo boliviano aterriza en nuestro país para mostrar su trabajo en materia de artes escénicas. Éste es el primer motivo para que resulte tan reconfortante la visita de la compañía “Escena 163” que, bajo la dirección de Eduardo Calla, presentó hasta este domingo el montaje “Di cosas, cosas bien”, en el marco del Santiago a Mil.

Se trata de una comedia que apela al imaginario casi universal existente en América Latina, en temas como el arribismo y la pretensión de las clases sociales más altas. En ese sentido su humor es plenamente identificable con el chileno, y además los actores se han dado el trabajo de adaptar su lenguaje a nuestra cultura y rescatar elementos como la moneda local, el persa Bío Bío, La Piojera y el Mercado Central.

Los cuatro personajes sobre el escenario representan a un matrimonio que ayuda a una joven en desgracia, marcada por su soledad y el silencio. Ella, a su vez, es la pareja de un desesperado hombre que busca trabajo con su currículo bajo el brazo y que termina rendido a los pies de las bajezas que el mercado le ofrece, a pesar de ser él un Licenciado con honores de tomo y lomo.

Todos ellos se enredan constantemente en los vericuetos de la comunicación y no logran expresar lo que realmente desean. En medio de estos malos entendidos y la necesidad que todos tienen de salir de sí mismos, se cuelan referencias hacia la cultura del machismo, la homofobia y la xenofobia, planteadas desde la ignorancia de los frívolos personajes que las emiten.

La iluminación es precisa y está muy bien utilizada, sin embargo la sobria escenografía a ratos no se entiende. Una tina de baño boca abajo hace las veces de mesa, silla, cama y de-todo-un-poco, generando la pregunta de por qué no usar simplemente una mesa, una silla, una cama, o de todo-un-poco.

Paralelamente, unos inquietantes televisores aguardan el momento final de la obra para desencadenar el relato en el que por fin escucharemos la demanda de silencio y quietud que resuena entre tanta estridencia.

El punto más alto de “Di cosas, cosas bien” es el personaje que interpreta la actriz Patricia García, una rubia agingada que es también la voz de las Damas de la Nación, y cuyas intervenciones generan la mayor parte de la hilaridad de esta historia, que entre risas, colores y música popular, cuela el tema de la cesantía y la destrucción que puede causar en un hombre, o en todos los hombres, o en todos los hombres y mujeres que rodean a quien no tiene trabajo.

Fuera de cartelera.

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