Por Luisa Ballentine
Cargada de actualidad y casi como una declaración de principios dramatúrgicos, Luis Barrales entrega el poderoso texto de la obra Niñas araña, un montaje profundo que rescata la noticia que tuvo en portada a estas adolescentes aficionadas a escalar edificios en el barrio alto.
Bajo la dirección de Daniela Aguayo, se logra configurar una historia potente, repleta de signos sobre la marginalidad, pero también sobre los sueños, las desilusiones y un poco sobre la ingenuidad infantil de algunos deseos que las Niñas araña quieren hacer realidad.
Más allá de la pretensión por ser algo distinto, las tres amigas anhelan convertir el negro futuro que se cierne sobre sus cabezas, en otra cosa. Poder ver todo como si se tratara de un juego de luces y dejar de cargar con el resentimiento hacia los que, supuestamente, han tenido mejor fortuna.
La escenografía emula la cima de un edificio desde donde Yasna, Nicole y Elizabeth quieren asir la ciudad en sus ojos. Una iluminación perfecta las acompaña en esta misión, al igual que la música, a ratos reguetón y a ratos mazapán, mostrando la dicotomía de estas mentes en formación que ya parecen haber optado por su camino de una vez y para siempre.
Las actuaciones emocionan, hacen reír, conmueven en todo momento, especialmente el personaje de Yasna, que se roba la obra desde el comienzo. Las tres actrices en escena dan vida a caracteres concretos, pero llenos de matices, llenos de contradicciones, de dudas, de temores, donde esas niñas de 15 años parecen mujeres adultas que cargan panzas embarazadas, pero que al mismo tiempo se pelean entre sí por la comida o por cuándo es el momento exacto para dar la cara en la televisión.
Menos atormentada que Hans Pozo, anterior trabajo de Luis Barrales, esta obra sigue algunos procesos estéticos similares como la rima que emula un constante canto de protesta contra la sociedad que margina. Es una mirada más íntima a las almas de las protagonistas, más introspectiva pero igual de dramática. En una historia donde no hay partes del cuerpo cercenadas que aparecen en los parques, la compañía pone en escena lo terrible de una vida mísera, sin oportunidades, donde quizás no haya sangre corriendo por los ríos, pero donde sí se muere un poco cada día.
¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.
Cargada de actualidad y casi como una declaración de principios dramatúrgicos, Luis Barrales entrega el poderoso texto de la obra Niñas araña, un montaje profundo que rescata la noticia que tuvo en portada a estas adolescentes aficionadas a escalar edificios en el barrio alto.
Bajo la dirección de Daniela Aguayo, se logra configurar una historia potente, repleta de signos sobre la marginalidad, pero también sobre los sueños, las desilusiones y un poco sobre la ingenuidad infantil de algunos deseos que las Niñas araña quieren hacer realidad.
Más allá de la pretensión por ser algo distinto, las tres amigas anhelan convertir el negro futuro que se cierne sobre sus cabezas, en otra cosa. Poder ver todo como si se tratara de un juego de luces y dejar de cargar con el resentimiento hacia los que, supuestamente, han tenido mejor fortuna.
La escenografía emula la cima de un edificio desde donde Yasna, Nicole y Elizabeth quieren asir la ciudad en sus ojos. Una iluminación perfecta las acompaña en esta misión, al igual que la música, a ratos reguetón y a ratos mazapán, mostrando la dicotomía de estas mentes en formación que ya parecen haber optado por su camino de una vez y para siempre.
Las actuaciones emocionan, hacen reír, conmueven en todo momento, especialmente el personaje de Yasna, que se roba la obra desde el comienzo. Las tres actrices en escena dan vida a caracteres concretos, pero llenos de matices, llenos de contradicciones, de dudas, de temores, donde esas niñas de 15 años parecen mujeres adultas que cargan panzas embarazadas, pero que al mismo tiempo se pelean entre sí por la comida o por cuándo es el momento exacto para dar la cara en la televisión.
Menos atormentada que Hans Pozo, anterior trabajo de Luis Barrales, esta obra sigue algunos procesos estéticos similares como la rima que emula un constante canto de protesta contra la sociedad que margina. Es una mirada más íntima a las almas de las protagonistas, más introspectiva pero igual de dramática. En una historia donde no hay partes del cuerpo cercenadas que aparecen en los parques, la compañía pone en escena lo terrible de una vida mísera, sin oportunidades, donde quizás no haya sangre corriendo por los ríos, pero donde sí se muere un poco cada día.
¿Cuándo y dónde? Ver ficha en Solo Teatro.
4 comentarios:
y te perdiste la chancha. la cit la lleva. Buena crítica.
Carola
Sobre niñas araña, habrá un texto que se pueda leer? P/
Hola Carola
Vi La Chancha también y coincido contigo en el trabajo de la compañía. Para mí HP y Niñas araña están en la misma línea de investigación más "criminal", mientras que La Chancha aunque es social también, no aborda lo criminal, se va para otro lado. De que aquí que establezco un puente entre estas otras y La Chancha la ubico en otro contexto. Gracias por tu comentario.
Estima@ .
Yo no tengo en mi poder el texto de Niñas araña, pero puedes contactarte con el autor Luis Barrales a través de la gente del Teatro del Puente, www.teatrodelpuente.cl. Ojalá ellos puedan ayudarte en ese afán.
Las actuaciones están increíbles, lo mejor es que no hay prejucios con los personajes. Desde una simpleza se aprecia el interior de cada una y uno se hace parte de ellas...
Es un agrado ir a ver una obra de gran calidad, del Chile en el que nos movemos, de humanos a quienes juzgamos, puesto en escena sin ambiciones y sin ese afán de los actores hoy de ser más original, es realmente una obra para TODO público.
Publicar un comentario