Por Luisa Ballentine
Las brutas son sencillas, son mujeres de la tierra acostumbradas a vivir entre los animales y la nada; pero nunca solas. Se trata de tres hermanas que Juan Radrigán delineó en una historia conmovedora, y que en esta ocasión trae Rodrigo Pérez hasta las tablas, bajo una dirección sencilla en efectos, pero contundente en contenido e interpretaciones.
Las protagonistas son Amparo Noguera, Claudia Di Girolamo y Catalina Saavedra, quienes comienzan a desesperarse por la pérdida de la juventud y de las oportunidades de la vida, en un lugar donde no faltó el trabajo, pero donde nunca llegó la posibilidad de querer, soñar y explorar el mundo.
Las brutas son toscas, son incluso atarantadas al hablar, al reír, al sentir miedo. En una región campesina, donde se añora la ciudad con la misma fuerza con que se la odia, aprendieron a resistir, a sobrevivir mientras otros parientes partían rumbo a la esquiva capital, o simplemente hacia la muerte. Y en este momento en particular que describe el autor, ya están vencidas por la falta de fuerzas y la desesperanza, sumado a que los pocos vecinos han comenzado a marcharse y a vender sus tierras y animales.
Las brutas quisieran vestir con faldas, pero las faldas no son apropiadas para trabajar. Quisieran haber conocido algo, pero ya es tarde. Quisieran no haber perdido la capacidad de moverse con la misma agilidad de siempre y levantar los mismos pesos, pero la edad les ha pasado la cuenta. Sin embargo lo que permanece intacto en la existencia de estas tres hermanas, es la incondicionalidad y la unión que tienen entre sí; un sentimiento que las llevará a un trágico final, pero sin separar sus destinos.
Este montaje es un clásico de nuestra dramaturgia porque expone características chilenas innegables y grafica no sólo la vida en un pueblo perdido durante un período histórico que no importa cuándo es, porque funciona en todos los contextos y épocas; sino también los miedos que existen respecto de la ciudad, de los otros, de los hombres, de dios mismo.
En “Las brutas” está contenida gran parte de la esencia femenina, a pesar de esta torpeza aparente; y quien encarna mejor esta premisa es Amparo Noguera, quien muestra una sutileza conmovedora en su interpretación, que consigue enamorar al público desde la primera escena; tejiendo una red con estas hermanas cómplices que se llevan consigo el secreto de tener miedo a vivir.
“Las brutas” de Juan Radrigán
Dirección: Rodrigo Pérez
Fuera de cartelera, regresa para el Festival Santiago a Mil
Teatro La Memoria
Las brutas son sencillas, son mujeres de la tierra acostumbradas a vivir entre los animales y la nada; pero nunca solas. Se trata de tres hermanas que Juan Radrigán delineó en una historia conmovedora, y que en esta ocasión trae Rodrigo Pérez hasta las tablas, bajo una dirección sencilla en efectos, pero contundente en contenido e interpretaciones.
Las protagonistas son Amparo Noguera, Claudia Di Girolamo y Catalina Saavedra, quienes comienzan a desesperarse por la pérdida de la juventud y de las oportunidades de la vida, en un lugar donde no faltó el trabajo, pero donde nunca llegó la posibilidad de querer, soñar y explorar el mundo.
Las brutas son toscas, son incluso atarantadas al hablar, al reír, al sentir miedo. En una región campesina, donde se añora la ciudad con la misma fuerza con que se la odia, aprendieron a resistir, a sobrevivir mientras otros parientes partían rumbo a la esquiva capital, o simplemente hacia la muerte. Y en este momento en particular que describe el autor, ya están vencidas por la falta de fuerzas y la desesperanza, sumado a que los pocos vecinos han comenzado a marcharse y a vender sus tierras y animales.
Las brutas quisieran vestir con faldas, pero las faldas no son apropiadas para trabajar. Quisieran haber conocido algo, pero ya es tarde. Quisieran no haber perdido la capacidad de moverse con la misma agilidad de siempre y levantar los mismos pesos, pero la edad les ha pasado la cuenta. Sin embargo lo que permanece intacto en la existencia de estas tres hermanas, es la incondicionalidad y la unión que tienen entre sí; un sentimiento que las llevará a un trágico final, pero sin separar sus destinos.
Este montaje es un clásico de nuestra dramaturgia porque expone características chilenas innegables y grafica no sólo la vida en un pueblo perdido durante un período histórico que no importa cuándo es, porque funciona en todos los contextos y épocas; sino también los miedos que existen respecto de la ciudad, de los otros, de los hombres, de dios mismo.
En “Las brutas” está contenida gran parte de la esencia femenina, a pesar de esta torpeza aparente; y quien encarna mejor esta premisa es Amparo Noguera, quien muestra una sutileza conmovedora en su interpretación, que consigue enamorar al público desde la primera escena; tejiendo una red con estas hermanas cómplices que se llevan consigo el secreto de tener miedo a vivir.
“Las brutas” de Juan Radrigán
Dirección: Rodrigo Pérez
Fuera de cartelera, regresa para el Festival Santiago a Mil
Teatro La Memoria
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