Por Luisa Ballentine
Pocas veces durante el año hay estrenos tan memorables. Obras
tan perfectamente hechas ante las cuales sólo queda aplaudir de pie. Es el caso
de Juan Salvador Tramoya, que viene precedida por el impecable trabajo de la
compañía La mona ilustre y de los grandes Miguel Bregante y Diego Hinojosa, a
quienes conocí en Brams, un portento de la comedia que espero se reestrene
pronto.
Pero bueno, al grano: Juan Salvador Tramoya es la vida. Es
la pasión, es el alma, es todo. Es LO que hay que ver en lo que queda de
septiembre.
Es una comedia emotiva. Es un trabajo hermoso que habla de
los sueños, o más bien de la libertad de soñar en grande, de permitirnos ese
lujo que la sociedad contemporánea nos quiere arrebatar. El derecho de pensar e
imaginar lo que podemos llegar a ser sin límites… y de cumplirlo.
El argumento es ése, así de simple. Pero en realidad más
importante que ello es la puesta en escena. Es una obra totalmente física que
descansa en la habilidad inmaculada de Diego Hinojosa para manejar su cuerpo,
su voz y para hacer reír. El hombre tiene el don y se nota. Se nota el oficio,
el talento, su comicidad natural, su gracia y elegancia. Y también el inmenso
TRABAJO que hay detrás.
Juan Salvador Tramoya es exigente con su ejecutor, es rápida
y ágil una vez que agarra vuelo y no da tregua. Está perfectamente
coreografiada y en eso se nota la mano de Miguel Bregante, gran director que
logra hacer que cada momento fluya y forme parte de un universo paralelo; que es
al final la gracia del buen teatro, dejarte dentro de otro mundo y hacerte
creer que es real. Es el pacto que establece el espectador con el montaje.
Fui a ver la obra porque a estas alturas cualquier trabajo
de La mona ilustre es un imperdible. Tenía muy altas expectativas y se
cumplieron totalmente. Al principio parte un poco lenta, pero yo mantenía firme
mi fe de que nos iba a hacer feliz y lo cumplió a cabalidad.
Al salir del teatro nos quedamos con la sensación de haber
visto algo no sólo bien hecho, sino mágico. Con corazón, con inteligencia. Algo
que fue trabajado con cariño para dar vida a una puesta en escena hermosa y
significativa. Y una de las cosas que más me gusta de este trabajo, es que es
apto para todo espectador porque está creado con pura belleza e inocencia. Un
niño de 10 años lo puede gozar tanto como la abuelita.
Espero transmitir a través de este humilde comentario, la
grandeza de Juan Salvador Tramoya y la necesidad de verla para poder alimentar
el espíritu (por muy cursi que suene). Me autodesigno presidenta del fanclub oficial
de Diego Hinojosa y deposito en estas palabras mi admiración a la pasión y
entrega con la que desempeña el oficio de actor porque de verdad que es OTRA
COSA.
Termino entregando ciento cuatro Jumbitos y mil kilos de
manjar al dulce Juan Salvador Tramoya. Larga vida al buen teatro. He dicho,
caso cerrado.
Más info en www.soloteatro.cl
2 comentarios:
este actor ami me enamora es un actor muy libre y super divertido me encanta..
Qué verdadero era realmente
Publicar un comentario